16 octubre, 2012

Comienzo.

Ya que este blog es mío y sólo mío, lo usaré a modo de terapia barata, así que voy a empezar:

El sábado mi mamá estaba ebria (sí, ebria, cosa que nunca pasa, pero es chistoso) cuando me dijo que ella pensó que estaba dando un beso y ¡pum! llegué yo. Así, a sus 19 años y los 21 de mi papá, se casaron y comenzaron a trabajar mientras estudiaban para poder crear su familia. Ese es el hito uno en mi vida. Toda vida está - a veces sin que nos demos cuenta - marcada por hechos que nos cuentan. Nos pueden parecer insignificantes, pero sí nos impactan.

Mis papás siempre han dicho que esta era la única forma en que ellos se pudieran casar y que, a la vez, aunque fue medio accidente, yo nací de un inmenso amor. Se bancaron peleas, a mi mamá la echaron de la casa, pero nací del amor. Y que cuando ya me tenían en sus brazos, a todos se le olvidó porque estaban enojados. Que nací y tenía dos ojos grandes y celestes y un rulo colorín (raro, porque no tengo rulos ni soy colorina). Que no lloré, pero todos los otros sí. Y no hay fotos de ese día porque mi joven papá puso el rollo al revés de la máquina. 

No hay fotos. Pero a todos, ese día, el enojo se les pasó.
Entonces, marca 1: amor - accidente - peleas - amor.