Dando vueltas por mis mismos escritos me di cuenta que quería trabajar escribiendo hace algunos años. Buenas noticias: lo hago. Hace más de un año ya estoy trabajando escribiendo. Al comienzo sí, fue algo muy soñado, podía aportar mucho, podía hacer algo similar a lo que hago aquí. Luego todo mi trabajo se transformó en esto (click aquí).
Mi escritura se alejó del núcleo que deseaba, por necesidad, por trabajar más que por compartir ideas. Pero creo que siempre existe la posibilidad de crear espacios para uno hacer lo que quiere. Hoy trabajo en un medio de comunicación que se aleja más aún de lo que hacía en mi "primer" trabajo, pero creo que queda en uno explotar y buscar esas vías para hacer lo que quieres de todo corazón.
He oído comentarios y críticas hacia las cosas que he hecho por trabajo - ninguna ha ido muy lejos de mis principios. Pero, saben algo, loco, uno tiene que trabajar. Más allá del dinero, trabajo porque quiero moverme, porque me carga estar quieta, y espero que en este nuevo proceso de tener un nuevo trabajo, no quedarme sólo con eso. Ir más allá.
Al final, además, lo que haces con lo que "ganas" más allá de lo profesional, se vuelve en tu vida: me cambié de ciudad por trabajo, he ganado amigos, experiencias, cosas que puedo disfrutar. Y lo que más he ganado con la independencia económica y en todo sentido es mi empoderamiento. Y el explorar la vida que quiero para mí. Me gustaría ser más austera, ser más aventurera, pero creo que eso irá en un siguiente capítulo.
Pero de que va a ocurrir, va a ocurrir.
Al menos hoy puedo decir que hago lo que más me gusta para vivir, aunque no de la manera ideal. Pero voy construyendo un camino, y no voy a parar.
15 marzo, 2016
11 marzo, 2016
No quiero tus piropos, quiero tu respeto
Fotografía sacada de Eslamoda |
Esto es bien distinto a lo que suelo escribir, pero hoy sentí que tengo que sacar de mi pecho esto.
¿Por qué pasa esto? El llamado "acoso callejero", que está en todas partes. No importa cómo seas físicamente, cuánto midas, si te vistes "conservadora" o no. Seas como seas, va a pasar. También a hombres, pero en menor medida. Todos lo sufrimos de alguna manera.
Hablando hace unos meses con mi familia del tema ellos me llamaban "exagerada". Yo criticaba que, aún si es temprano en la mañana, si vas al trabajo, si sólo saliste a comprar el pan... Y sí, hay piropos, que uno no pide pero llegan, pero además están esas frases insinuantes con atrevimiento, que no tenían por qué decírtelas, ni uno razón de tener que soportarlas.
También hay miradas deseosas que uno no tiene por qué aguantar. Y las recibe. Uno sabe cuando es un "halago" y cuando no lo es. O deberíamos aprender a diferenciar.
Hoy caminando por una calle en la mañana recibí una propuesta/piropo demasiado indecente. Era temprano, yo iba a una entrevista por lo que llevaba vestido - no escote - y caminaba tranquila. Pero pasé al lado de un grupo de hombres que comenzó a gritarme. Y entre ellos, uno se subió de tono. No supe qué decir, ni siquiera paré, seguí caminando, enojada, hacia mi destino. "Estoy atrasada, debo seguir caminando", pensé.
Pero después de reflexionarlo, me pregunté por qué no dije nada. Por qué no puse a esa persona sin respeto ni educación en su lugar. ¿Cuál es su potestad para hablar así de mí, de mi cuerpo? Ninguna. Debería haberle dicho lo mal que estaba.
Me topé en el camino, a pocos metros, una patrulla de Carabineros, y pensé en decir algo, ya que dicen que se está avanzando para legislar sobre el tema... Pero no confié en ellos. A veces, ellos también tienen sus miradas, aunque no puedan decir nada.
Y es que es cosa de todos. Uno, de aquellas personas que tienen el atrevimiento de darte una "opinión" de lo que piensan de ti o qué quieren hacer contigo, que nadie se los preguntó y llega a ser repulsivo. Pero otra cosa es uno (o una). ¿Quién nos enseñó a defendernos? A mí, mi mamá nunca me dijo que tenía que responder así o asá. Sólo es "cuídate", "no vuelvas sola a casa", a lo más un "no hables con desconocidos".
Es culpa de todos... Por no defendernos. Yo pienso, qué resulta de eso... nada. Pero es cosa de ir educando de a poco, de enfrentar y decir: "No puedes decirme esto sobre mí y mi cuerpo, ¿quién te crees que eres?". Porque no son nadie. Y luego una debe cargar con sus dichos y con los malos ratos. Y más en verano, parece que cada mujer que sale a la calle con menos ropa por el calor se enfrenta a un montón de buitres en el desierto, y eres la única presa moribunda a la que ven.
No está bien. Quiero saber qué hacer. Y quiero saber que todas lo haremos juntas. Flacas, gordas, esculturales, con cuerpos enjutos, poca y harta ropa y maquillaje. Sus ganas reprimidas y sexualidad mal utilizada no son mi culpa, señor. Quiero respeto. Quiero caminar tranquila por la calle, como muchas mujeres queremos hoy en día. En cualquier parte del mundo.
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