Volver a Concepción no se siente como volver a mi hogar o a algún "punto de partida". Después de todo, mi familia se fue de la ciudad y yo me quedé donde siempre. Sí, a veces extraño comportarme como la hermana menor que no soy o hablar con mi mamá hasta tarde. Extraño que no importa la hora a la que llegue, siempre hay una luz prendida. O que no importa que tan agetreadas estén las agendas o apretado el bolsillo, siempre hay (había) gente de visita en casa. Siempre había almuerzo para un batallón, siempre había mucho por compartir.
Ahora tengo que aprender a decidir sin preguntar "¿mamá, crees que está bien?"; tengo que aprender a salir de mi cascarón y que no todo llegará a mí, sino que yo también debo ir "hacia la montaña". Ir donde mis amigos, llamar, visitar a mi familia... aprender a re-encontrar y re-definir mi concepto de hogar. Las opciones en nuestro mundo parecen llover, pero hay que ser sabios. Saber en qué dejaremos las preocupaciones, nuestro descanzo y a qué (o a quién) volveremos cada noche para compartir y soñar. Siempre hay muchos deberes y preguntas y teorías. Pero, aunque aún no lo sé todo, sé una cosa. Yo ya tengo la respuesta. Y no es tan difícil como parece... no, después de todo (:
2 comentarios:
mss u 2
8(
por fin
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