Me siento derretida por amor... y a la vez pasmada, por no poder comprenderlo de una, digerirlo tan rápido. Pero supongo que en eso está la gracia: como dicen, "lo que fácil viene, fácil se va". El amor de Dios llega en el momento adecuado, puede tardar años, pero llega con todo, llega fácil. Pero no se va. Ahí está el quiebre. Desde pequeños nos dicen, quizás un poco con la intención de que lleguemos a controlar nuestros actos, pensamientos y emociones, que Dios ve todo lo que hacemos, aunque la luz del sol se haya ido. Que escucha todo lo que decimos, aunque sea para nosotros mismos. Que lee nuestros pensamientos...
Él está ahí. Siempre.
Pero no es un Dios castigador. Dios primeramente nos ama: Él nos creó. Seamos chicos, gordos, sucios, poco prolijos, con mal vocabulario, despreocupados o egoístas... Él está esperando el momento preciso para entrar en nuestras vidas. Él hace todas estas cosas no porque esté esperando el momento perfecto para apuntarnos con el dedo, sino que porque se preocupa por cada uno de nosotros... no lo merecemos quizás... pero Él lo eligió así.
Y esto es sólo el comienzo.
1 comentario:
Qué bonito Val!, me gustó mucho!
Bueno, algún día te contaré esas cosas de la fe que hacía de manera más explícita cuando chica. Creo que ahora la fe y las cosas buenas de Dios las pongo en lo que hago a diario, de forma más implícita, va en mis relaciones con las personas, en mi trabajo de educar niños, para que sean buenos, educados y respetuosos, en desearle el bien a la gente...
Quizás sea menos complejo de lo que piensas, y siendo simple no es menos importante...
En las cosas pequeñas y simples está lo bonito de la vida.
Un abrazo! =)
Publicar un comentario