26 marzo, 2011
21 marzo, 2011
Arrivederci por montón
Podría decir que el verano me quitó todo. Quizás no todo, pero hartas cosas. Me llevó algunas significativas horas al norte de mi madre y de mi hermano, guía a tres queridísimos amigos a kilómetros de este pequeño país, y, claro, incluso alejó un corazón de mí. Sin contar lo invisible a los ojos que se ha ido esfumando. Nada de esto duele tanto como realmente podría pensar, pero hace que anhele disfrutar cada día del otoño como si fuera algo totalmente nuevo. El panorama ni siquiera es lo suficientemente triste para querer odiar el verano o largarse a llorar. Sólo me deja cansada. Tanta despedida, tanta resignación y el hacer natural estas pérdidas para que no duelan me han secado un poco el corazón. No sé como explicarlo.
Sólo espero a que alguna lluvia venga y lo riega.
Sólo espero a que alguna lluvia venga y lo riega.
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08 marzo, 2011
Por la noche
Lo que más me desconcierta de toda esta situación que me rodea, es que la soñé. En otro escenario, pero el resto era igual. Era mi cumpleaños y estaban muchas de mis amigas y tú, a mi lado, riéndote conmigo y ayudándome a maquillarme y verme guapa. Sonreías tanto que acaparabas toda mi visión, como supongo lo has hecho muchas veces... Todas hablábamos y reíamos a carcajadas, el ambiente era muy festivo. Me decías que tenías muchas sorpresas y mis amigas estaban muy felices de que estuvieras ahí, de manera tan real. En un momento yo bajaba a arreglar el lugar, a hablar con la gente y todo eso, mientras las demás y tú se quedaban en otra habitación. Pasaba un rato, empezaba a llegar gente, la música subía y la fiesta empezaba. Ahí me daba un escalofrío, algo heavy. Entonces iba a buscarte a ti y a mis amigas. Todos estaban menos tú, que te habías ido sin avisarle a nadie. Recorría el local, la cuadra; corría por toda la ciudad buscándote. Me subía a buses, bajaba cerros corriendo y en algún lugar entre eso, rompía en llanto sólo por la incertidumbre. Me llamaban para ir a mi fiesta, mi cumpleaños y tú no aparecías, sentía mi corazón encogerse y sobresaltarse cuando creía escuchar tu voz. Al final, después de horas, volvía al lugar y todos me miraban con esa cara de "no importa, todo sigue igual", entre alegría y lástima. No quería estar ahí, quería dormir. Y de repente te veía de espaldas. Tu piel, tu cabello, hasta sentía tu aroma... pero te estabas escondiendo. Cuando al fin lograba alcanzarte, ya totalmente exhausta, me mirabas de una manera tan rara... como si no me conocieras. Entonces sólo me decías como "se acabó, me tengo que ir, ya no pertenezco más aquí".
01 marzo, 2011
Volver
Hoy en la noche vuelvo a Viña, donde está (estaba) mi casa, mi familia, mis amigos, mis estudios, mi todo. Quiero volver, quiero llegar al terminal y sentir el mar en el aire y saber que si salgo me toparé con gente o poder caminar para llegar a cualquier parte. Aún así, en este mismo momento, con el sol pegándome tímido pero con intensidad en la piel, en medio de una casa que no siento mía y en una ciudad dónde aún me cuesta manejarme sola, no siento ganas de escapar. Acá se siente seguro. Casi (casi) como un buen nuevo hogar. Con todos los árboles y el río, con el cielo medio oscuro y la gente más fría. Voy a extrañar Concepción.
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