Podría decir que el verano me quitó todo. Quizás no todo, pero hartas cosas. Me llevó algunas significativas horas al norte de mi madre y de mi hermano, guía a tres queridísimos amigos a kilómetros de este pequeño país, y, claro, incluso alejó un corazón de mí. Sin contar lo invisible a los ojos que se ha ido esfumando. Nada de esto duele tanto como realmente podría pensar, pero hace que anhele disfrutar cada día del otoño como si fuera algo totalmente nuevo. El panorama ni siquiera es lo suficientemente triste para querer odiar el verano o largarse a llorar. Sólo me deja cansada. Tanta despedida, tanta resignación y el hacer natural estas pérdidas para que no duelan me han secado un poco el corazón. No sé como explicarlo.
Sólo espero a que alguna lluvia venga y lo riega.
3 comentarios:
creo que hoy te diré todo por una canción: KT Tunstall - Beauty of Uncertainty
si no alcanza, voy a regalarte un balde llendo de aguita de vertiente :)
estuve harto rato leyendo tu blog, cosa que no hacia hace siglos.
Y nada, lo que cuentas y el modo en que lo haces, me dejan para dentro, pensando. Como si leyera por una ventana directa a tu cerebro, sin filtros. Un agrado. Saludos.
marcelo.
Publicar un comentario