Cuando enciendo un cigarro, en las plazas por ejemplo, es una especie de momento aislado que no sé bien como compartir. Porque es una especie de interludio extraño en que me sumo... que tiende a ser interrumpido. A veces llega la micro que espero, suena el teléfono o llega una persona y toca tu hombro, sonriénte, esperándo entrar en el momento también. Y me es complicado, me complica entregar al completo lo que puede estar pasando por mi mente en ese momento. Pero un día estaba sentada, en esas veces que no espero realmente nada del mundo, ni decepción ni asombro y, pues, llegó alguien a tocar mi hombro un poco perdido, tenía que dar unas indicaciones de cómo llegar a un lugar y este tipo se sentó a mi lado y empezó a preguntarme qué era lo que pensaba, lo que estaba pensando en ese mismo instante, como si también supiera del interludio. Y después de intentar plasmar todo eso, él se quedó. Sacó un cigarrillo, lo encendió y puso una extraña mueca de satisfacción.
- Bueno, es mi turno ¿quieres saber lo que pasa por mí?
2 comentarios:
inteDezante
fantástico. son de esos días y de esas personas que rompen esquemas y dejan un gustito rico, en el corazón. besitos valen ♥
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