24 mayo, 2011

En verdad...

Es una verdadera molestia que decir la verdad no sea del agrado de todos.
Yo soy muy nueva con esto de decir las cosas sin muchos rodeos o sin que mi pecho sienta una gran presión. Siempre he intentado ser (intentado) suave; sincera, pero sin que le duela al otro.
Lamentablemente eso lleva a que uno se trague muchas palabras que estaban destinadas a ir bailar o patear piedras por ahí, así que me aburrí. Una parte de mi interior se desligó de esta esencia "políticamente correcta" que supuestamente tuve (¿?) y no es que ahora ande tirando palos verbales a Pedro, Juan y Diego, sino que intento expresar lo que pienso. Racional. Seriamente. Pero de corazón. Si es necesario para mí exteriorizar lo que opino acerca de un tema, tengo que hacerlo y no solamente para mi carrera.

Creo que lo mejor que puede hacer uno por el otro es decir la verdad, así he aprendido que me gusta a mí, pero cuesta encontrar ese punto del cuerpo auditivo y sensorial donde no le molestará al receptor escuchar... dónde el ego no se va a derrumbar (porque aunque digas una buena verdad y una que no duela, algo raro va a pasar).